“Sólo en
México es la muerte ocasión de burla”, dice el Cónsul, personaje principal de
la película Bajo el Volcán, basada en la novela del mismo título, de Malcolm
Lowry. Es la burla y el jugueteo con el
tema de la muerte lo que hace de México un país tan singular en su constante
alusión de lo fúnebre, expresado al máximo en la celebración del Día de
Muertos. Aunque tal celebración no es exclusiva de México, es quizá el
paisaje topográfico y cultural de México lo que le infunde una atmosfera más
peculiar a su Día de Muertos: las calaveras de azúcar, el pan de muerto, las
calaveras recitadas, las calaveras de Posadas, las procesiones de gente
regresando del camposanto
(entonando
cantos lúgubres)
a través de lomas y parajes inhóspitos y tantos otros elementos que se funden en un sólo festejo: el
de la muerte.
Mientras que para la gente de otros paises la
sola idea de la muerte es aterradora, en México es motivo de fiesta. ¿Será,
como dicen algunos estudiosos de la cultura mexicana, que el apego del
mexicano a la idea de la muerte se debe a que añora esta con
la esperanza de que en ella le vaya mejor que en vida? En ese caso caso,
el dicho de Octavio Paz, que “nuestra muerte ilumina nuestra vida”, tendría un
sentido más concreto del que el mismo Paz le haya querido dar. O tal vez sea,
como dicen otros, que el mexicano no sabe vivir y por eso el morir no es un big deal para él.
“No
le temo a la muerte, más le temo a la vida”, cantaba el Charro Avitia con
su voz fiera y estruendosa, para declarar enseguida lo difícil que es vivir —y
morir también— cuando se sufre; explicando tal vez —involuntariamente— lo
que hay detrás de la actitud suicida del valiente bravucón: el temor a la vida.
Y en otro lugar José Alfredo Jimenez le
hace segunda cuando canta: “No vale nada
la vida, la vida no vale nada; comienza siempre llorando y así llorando se
acaba”, y esto en un tono más filosófico, porque aquí ya no se trata de
miedo, sino de una verdad más concluyente respecto al padecimiento existencial
del individuo.
Un elemento muy importante de la
celebración del Dia de Muertos en España y varios paises de Latinoamerica es Don
Juan Tenorio, obra que en México cobra un significado muy especial. En el Día
de Muertos la gente hace su pregrinar al cementerio para visitar las tumbas de
sus difuntos y pasar un tiempo con ellos. Incluso, en algunos lugares del centro y sur de México esto se convierte
en todo un evento que abarca un día entero en el camposanto. Los dolientes —o
mejor dicho, celebrantes— llevan comida, bebida y hasta música, para celebrar
los gustos de los finados, con la esperanza quizá de que, como en Don Juan, sus almas salgan de la sepultura para entablar contacto con ellos y
darles los pormenores del más allá; y recibir así también de ellos, como don
Juan recibe de doña Inés, el consejo que los ayude a estar un día juntos para
siempre.
Y cómo hablar de muertos que cobran vida
sin hablar de Pedro Páramo, la gran obra cumbre de la literatura mexicana, que
nos plantea la posibilidad metafórica de un pueblo (Comala) donde todos los
habitantes están muertos sin saberlo. Algo así como un lugar habitado por
zombís, pero sin el concepto horrorífico del vudu; porque estos zombís son tan
ordinarios como cualquier ser viviente, pero animados por la pluma poética y el
genio de Juan Rulfo. La metáfora sería
que tal vez estemos más muertos que vivos, y todo lo que hacemos,
especialmente en lo social, es un intento fútil de jugar a estar vivos.
Sea simple adoración de la muerte, o esperanza
en el más allá, el Día de Muertos siempre tendrá significados muy especiales
para algunos vivos porque también les da la excusa de tomarse tiempo para
recordar a sus seres queridos que han dejado este mundo, y buscar así una
comunión que quizá no hayan tenido con ellos en vida.
Si
por alguna razón se le ocurre visitar a solas el cementerio después de la
medianoche, no se sorprenda si al llegar oye a alguien que canta: “No estaba muerto, andaba de parranda...”
Nota: Este artículo apareció originalmente en una revista en línea ahora extinta, a razón del 2 de Noviembre, Día de Muertos.
Hola, Rodolfo, vi tu comentario en mi blog sobre esta interesante entrada.
ReplyDeleteYa conocía este artículo pero es muy difícil comentar en tu blog.
Ya lo intenté alguna vez y no me deja.
Dinora,
DeleteNo sé que decirte, con eso de que las computadoras y yo no hablamos el mismo lenguage. A ver si le pregunto a gente que sabe de ésto para corregirlo. Gracias por el comentario y por hacermelo saber.