Sunday, November 13, 2011

Roman Polanski y el pasado que vuelve



El domingo 27 de septiembre, del 2009, nos desayunamos con la noticia de que el gran talento del séptimo arte, Roman Polanski, había sido detenido en Suiza, después de treintaiún años de eludir la justicia americana, por los cargos de seducción y violación de una menor de 13 años.  Como el caso es relevante, nos vamos a ocupar del señor Polanski y tratar de deslindar responsabilidades con el controvertido artista, cuyo genio cinematográfico ha producido tales joyas del celuloide como Barrio Chino, El pianista y El bebé de Rosemary.
     Pero, habrá que preguntarnos: ¿qué hace éste caso tan especial, en un mundo y un tiempo en que lo escandaloso es lo más común?
     Para empezar, el perfil artístico de Polanski es de los que se prestan al escrutinio. Sobre todo cuando tomamos en cuenta el tipo de sicología oscura que maneja en los personajes de sus películas: rufianes sofisticados, burgueses satanistas, mujeres androfóbicas o con cerebros extraordinariamente vulnerables al punto de la patología, tipos afeminados y neuroticos, y toda una fauna de seres al margen de la sociedad convencional. 
     Y es eso lo que hace sospechar que tal vez al cineasta lo estén juzgando más por su arte que por el delito que cometió. Algo así como lo que pasa con el personaje principal de El extranjero, de Albert Camus, donde ejecutan al hombre por un asesinato, condenando más el hecho que éste no lloró en el funeral de su madre que el crimen mismo. Otros factores que también obraron en contra del cineasta durante el juicio fueron su acento extranjero, su corta estatura y, desde luego, su condición de judío, en una sociedad reservadamente racista como lo es la sociedad norteamericana. 
     Es el caso de Polanski un caso muy especial, porque su vida —y no uso esto a modo de apología por sus actos; sino como antecedente— ha estado plagada de tragedia, en forma de persecución y perdida, infortunio que añade más al aura mítica del artista. En 1943, a la edad de 10 años, Roman escapó del ghetto donde los Nazis tenían confinados a los judíos después de la toma de la ciudad de Cracovia, Polonia. Su madre moriría en Auschwitz, y él fue sostenido por algunas familias polacas católicas. Después de la guerra se reunió con su padre, quien sobrevivió los campos de concentración y se volvió a casar, pero su relación fue mala debido a la falta de entendimiento entre el muchacho y su madrastra.
     Otro suceso dramático que se añadiría a la experiencia emocional del artista fue el horrible assesinato de su esposa, la actríz Sharon Tate, a manos de miembros de “La familia” de Charles Manson, en el verano de 1969. Polanski entonces se encontraba en el extranjero, en viaje de negocios, cuando le llamaron para notificarle el fatal suceso. Al regresar a los Estados Unidos las imagenes televisivas de un inconsolable Roman Polanski dieron la vuelta al mundo.  
     El hecho que se encontrara ausente cuando el asesinato ocurrió, no dejó de provocar rumores acerca de la personalidad oscura del cineasta; que si acaso él causara su propio infortunio durante una invocación satánica, especialmente cuando se considera la psíque detras de películas tales como El bebé de Rosemary y La novena puerta. Otro dato curiosísimo es que, supuestamente, la idea para la concepción satánica del bebé de Rosemary —en la película— se la dió la misma Sharon Tate a su esposo, después de un viaje con LSD.
      Agregándome a la opinión de alguna gente, y sin restar importancia a la trangresión, yo no dudaría que el juicio malintencionado —después de someterse dócilmente a la voluntad del juez, el cineasta se enteró que le iban a jugar chueco, y por eso huyó del país— de Polanki haya sido parte de un cuatro por parte del que fungiera como productor de dos de sus películas en Estados Unidos (El bebé de  Rosemary y Barrio Chino), Bob Evans, ya que era conocida su ambición y uso de poder. Y éste era capaz de lo que fuera por apropiarse de la ganancia total de sus películas; como lo mostró su posible involucramiento en el caso de la muerte del mafioso Roy Rodin, con quien había co-producido un film. 
     De su reciente detención tampoco es de descartarse como posibilidad El escritor fantasma, una de las últimas películas que Polanski filmó y que, a proposito, tuvo que terminar en su arresto domiciliario después de su detención. El tema que trata, aunque indirectamente (usa un personaje ficticio), es acerca de la doble cara de un político de la talla de Tony Blair, y su pasado turbio; pisador de callos de los que granjean enemistades por todos lados. Entonces, como quien dice, quién le manda a Polanski ponerse con los pesos  pesados. 
     Yo sé que la seducción de una joven de 13 años, por parte de Polanski, fue una monstruosidad. Pero hay que atender a factores sociologicos y culturales para poder entender un poco más la situación —hay testigos que dicen que la edad de la victima era indescifrable por sus características físicas. En todo caso tendríamos también que hacerle un juicio póstumo a  Pedro Infante, cuya afición por las niñas de 15 años era legendaria. Pero, ¿cómo, el gran ídolo de México un monstruo? Pregúntenle a Irma Dorantes, quien fuera una de sus esposas. 
     Habiendo dicho todo esto, sólo resta decir que nadie es perfecto y, malhechor o no —el deseo de la victima es que todo se arregle y ha perdonado al que la sedujo—, Roman Polanski es uno de los más grandes directores del cine moderno; con ese toque clásico de lo europeo que imprime a sus obras, evocadora del refrescante clasicismo moderno de la música de un Ennio Morricone o Stéphane Grappelli.   
     Así que, ni vamos a justificar el hecho por toda la tragedia en la vida de Polanski, pero tampoco vamos a seguirle el juego a un sistema de justicia burocrático que, más que proteger a las victimas, busca el lucro a través de la extorsión encubierta.

Nota: Este artículo apareció originalmente en una revista en línea, ahora extinta, a razón de la detención de Roman Polanski.

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