“Cuando la llama de la fe se apaga, y los
doctores no hallen la causa de su mal, señoras y señores sigan la senda de los
niños y el perfume a churros que en una nube de algodón dulce le espera el Furo…”,
dice al comienzo la canción El carrusel del furo, de Joan Manuel Serrat; en
otra oda más a lo cotidiano y a las cosas simples de la vida.
Y después de hacer un recuento de lo
mágico del mundo infantil que encierra un carrusel de feria de barrio, y de ilustrar
cómo podemos dejarnos llevar y olvidar nuestro drama de adultos, nos aconseja:
“…enfúndese en los pantalones largos de
su hermano y en la primera bocanada de humo americano y el aire será más azul y
la noche más corta. Si no le cura, al menos, le reconforta…”.
Al escuchar
esos versos no puedo dejar de preguntarme una y otra vez, sin afán de morbo, si
acaso el gran Serrat pensaría así cuando le diagnosticaron el cáncer aquel
que por poco nos lo quita. ¿Pensaría acaso con la misma naturalidad de Si la
muerte pisa mi huerto? ¿Pediría como última voluntad que, en caso que viniera
lo peor, empujaran al mar su barca y que lo enterraran sin duelo, entre la
playa y el cielo?
Y es que, esos pueden ser pensamientos y
temores muy recurrentes después de los cuarenta; ¿Cómo voy a reaccionar si
mañana me diagnostican con cáncer o algún mal incurable? ¿Tendrán entonces el
mismo significado las canciones de Los Beatles y los libros de Benedetti? ¿Sera
aun agradable a mí vista un cielo azul o un viejo parque? ¿Me entregaré de una
vez a Dios sin miramientos y sin el ego de por medio? Y un sinfín de
interrogantes, que tal vez se resuman en un solo concepto: la cercanía de la
muerte.
Es un tanto triste ya de por si el escuchar
esas hermosas canciones en el tiempo presente. Y no digo esto sólo por la
nostalgia de las cosas idas, sino porque es imposible dejar de pensar en los
cambios acelerados que ha traído la vida moderna, con el neoliberalismo y las nuevas generaciones de almas vulgares. Quizá ahí esté el origen de la incertidumbre. “Son
aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas…”, dice Serrat en
otra de sus letras; y con todos estos cambios cada vez perdemos más la
posibilidad de volver siquiera al sitio donde han tenido lugar esas pequeñas
cosas.
En
fin, nada ganamos con ponernos pesimistas y adelantar vísperas. Con tristeza
o sin tristeza, no podemos evitar lo que va a pasar; it is what it is, dicen los gringos.
Así
que mejor será pensar en la vida que toma café con nosotros; esa que a veces se nos
brinda en cueros, regalándonos un sueño escurridizo. Y tratar de no pensar en esa
vida que de pronto nos gasta una broma y hace que nos despertemos sin saber que
pasa... It’s gonna be what it’s gonna be.
pero no explican con todo respeto el significado de Furo pq Serrat le llama asi no se asi le conozcan en España pero me quedo con la duda que traduce Furo
ReplyDeleteUna vez lo explicó Serrat, a su abuelo le decían el Furo y a él , furito.
ReplyDeleteSu abuelo era el dueño del carrusel y tal vez en su adulterio le llegó la inspiración de dicha canción.
Adultez, perdón.
ReplyDeleteJajajajajaja Adulterio, el buen Serrat de Mujeriego!
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