En éste mes de enero Juan Gabriel celebra sus 65 años de vida, y más de cuarenta de su surgimiento como uno de los compositores más importantes de habla hispana
(su catálogo se compone de más de mil canciones). Con una versatilidad increible,
que lo mismo la ha dado para componer balada, ranchera, pop, y hasta una forma
de bolero moderno, el “Divo de Juárez” ha sido el impulsador y revividor de
varias carreras aparte de la suya propia.
Juan Gabriel, como sabemos, nació en el
estado de Michoacán, pero se crió —y creó— en Ciudad Juárez, Chihuahua. Y la
razón por lo que enfatizaría esto último, es debido a que fue su condición de
fronterizo la que lo expuso a algunas cosas, que eventualmente serían el gran
complemento a su inspiración y talento: la música popular norteamericana y el
acceso a una cultura más internacionalista. Elementos que, dicho sea de paso, sostendrían su obra al sacarlo de la rutina
de seguir las corrientes española y europea características de la música de su
época, que eventualmente serían la piedra de tropiezo para muchos, incluidos
los españoles mismos.
Aunque yo no fui un fan de Juan Gabriel,
nunca pude dejar de reconocer su talento artístico. Particularmente me gustaban
las canciones que le compuso a Rocio Durcal, siendo “Siempre”, del álbum del
mismo título, una de las canciones por las que más afecto he sentido, y cuya
producción y arreglos constituyen una verdadera obra maestra, por su imaginería
musical, que es digna de la mejor composición impresionista. El hecho que
él fuera productor musical de sus discos, y de algunos de los de Rocio, confirmó
para mí de alguna forma su genio como artista, teniendo como verdad que el
productor es el gran creador musical —o instrumental— de un disco. Phil Spector decía que él hacía mini sinfonías para los chavos; y Juan Gabriel hacía mini sinfonías para el populacho en general.
A Juan Gabriel le tocó vivir la epoca de
los grandes cantautores de la balada, tales como Camilo Sesto, Miguel Gallardo,
Jose Luis Perales, Napoleón y Joan Sebastian, entre otros. Y eran los españoles los que practicamente
llevaban la batuta en cuanto a hacer canciones, dando a su música siempre ese
hermoso toque europeo tan representativo de la época, que era
imitado —en mayor o menor medida— por el resto de los compositores y
cantantes de habla hispana. Pero fue
Juan Gabriel el único que supo renovarse y no morir, al dar a sus canciones
giros nuevos de estilo en cada grabación. Porque, como sabemos, la gran mayoría
de los otros compositores no sobrevivieron los cambios en los gustos musicales
de la gente.
El mismo Joan Sebastian estuvo sepultado
por un tiempo, y fue un disco en estilo norteño el que lo trajo otra vez al
gusto general del público. A propósito
de Sebastian, me gustaría añadir una observación. Algunas de sus composiciones
de los últimos años me impresionaron un poco, pensando que tal vez que estaría
escuchando más música, y por ende siendo más ecléctico. Pero al ponerle más
atención a algunos detalles, llegué a la conclusión qué acaso él no esté
más que utilizando la misma fórmula que Juan Gabriel usó mucho antes; e incluso
en algunas de sus piezas la influencia directa es más que obvia.
Mucho se ha especulado acerca de la
orientación sexual del artista, algo que ha hecho que muchos no acepten
abiertamente que escuchan su música. Pero una cosa es cierta; la gente que va un concierto de Juan Gabriel
siempre acaba dejandose “caer la greña”, como dicen, y los coros
completos de la audiencia (ambos, mujeres y hombres) nunca se hacen esperar. Incluso,
en los palenques, al final de un concierto muchos hombres siempre salen con una
prenda de vestir menos, porque le aventaron el sombrero a Juanga en el
escenario.
El ser un compositor prolífico le ha permitido a Juan Gabriel darse tales
lujos como el permanecer en el gusto del público, aún sin grabar discos nuevos;
e incluso ser conocido por las nuevas generaciones. Y parte de su ausencia en los
estudios de grabación se debe a sus eternas luchas con las compañías disqueras
que, fieles a su tradición, se empeñan en quitarle tanto dinero como pueden a los
artistas que firman con ellas.
Sólo huelga decir que, si él
quiere, el “Divo de Juárez” puede dormirse en sus laureles. Y aunque no
volviera a componer una sola canción más en su vida, su vasta obra le puede
redituar lo suficiente para vivir de dos cosas vitales: sus regalías y sus
glorias del pasado; y el tiempo restante lo puede dedicar a la busqueda de la
espiritualidad que lo sostenga en su vejez.
Nota: Este artículo apareció
originalmente en una revista en línea, ahora extinta, y lo escribí a razón del cumpleaños 60
de Juan Gabriel, en enero del 2010.
Música para apreciación (algunas canciones están
en YouTube):
“Mañana te
acordarás de mí”
“Nunca lo
sabré, nunca lo sabrás”
“He venido
a pedirte perdón”
“Yo no nací
para amar”
“Insensible”
“Ya lo sé
que tú te vas”
“Querida”
“Nuevamente
sola” (Rocio Durcal)
“Una
oración” (Rocio Durcal)
“El más
querido” (Rocio Durcal)
“Siempre”
(Rocio Durcal)
“Ya lo
pasado, pasado” (José José)
“Quizá
mañana” (Aida Cuevas)
“Resulta”
(Lucha Villa)
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