En la
novela “South of the Border, West of the Sun”, del escritor japonés Haruki
Murakami, los protagonistas, Shimamoto y Hajime, dan sus impresiones acerca de
la canción “South of the Border”, título que traducido al español sería, “Al
sur de la frontera”:
“Cuando crecí y pude leer la letra en
inglés me decepcioné. Era sólo una canción acerca de México. Yo siempre había
pensado que algo grandioso deparaba al sur de la frontera”.
“¿Cómo qué?”
“No estoy segura. Algo hermoso, grande y
suave”.
La novela está ambientada en últimos de
los ochentas o principios de los noventas, pero esas palabras cobran hoy más
vigencia que nunca. Parece que ya nada grandioso nos depara en south of the border, sólo el vacio y la
muerte. Ya ni el pintoresquismo a la Herb Alpert & the Tijuana Brass salvan
la imagen del país, que la perdió porque sus mexican bandidos ya no son el bandido romántico de los paperbacks gringos (y españoles también)
y los western, como Tuco, el de “El
bueno, el malo y el feo”; ahora son descarnados sicarios que por un quítame esa
paja matarían a su abuela --y la descuartizarían también--, sin parpadear. Y
son ellos, en gran parte, los que han acabado con todo.
South
of the border es como los gringos se refieren al México de sus sueños, al
idílico lugar de esparcimiento donde soñaban un día encontrar a sus "Rosas" y a sus "Felinas". Donde podían venir y sentirse importantes porque, después de
todo, en México ser un gringo común y corriente es mucho mejor que ser un mexican curios. De eso ya sólo queda el
recuerdo; así que lo siento mucho por los que tenían en México al pueblo de la
aventura y la oportunidad, como lo atestiguan tantas canciones que narran el
idilio entre el gringo aventurero y la mexican
señorita.
Como no quiero pecar de nostálgico o de
hombre que añora un pasado no-muy-glorioso, sólo quiero decir que nunca, ni en nuestros
sueños más calenturientos, los mexicanos --y sobre todo los juarenses--
avizorábamos una calamidad como la que ha asolado al país por los últimos
cinco años. Pensábamos que después de padecer al mismo partido político por
setenta años con su charrismo, corrupción, opresión, supresión y tantos
etcéteras nefastos --“la dictadura perfecta”, como la llamó Vargas Llosa--, nada
peor le podía pasar al país.
A propósito de Marito, y a modo de
paréntesis, quiero añadir que el mismo Vargas Llosa contribuyó de alguna forma
a la imagen que en Latinoamérica se tiene del México romántico, al mencionar en
su obra figuras de artistas mexicanos que fueron populares fuera de México a
través del cine, radio y televisión. Desde luego que eso fue en el pasado, y el
presente nos muestra otras circunstancias.
Pero, como luego dicen, “más se perdió en
Roma”, y como cantaba el bardo Cuco Sánchez, “mientras haya vida hay
esperanza”, hay que seguir echándole ganas y aferrarse al último mecate, porque
eso es también lo que nos ha hecho a los mexicanos: nuestra capacidad de
conservar la esperanza, aunque algunos nos llamen ilusos. Porque es eso lo que
puede mantener la moral a un nivel tolerable.
Algo que ilustra muy bien lo anterior es
un chiste que me contaron hace algunos años. “Estaban tres críticos de arte en
un museo, contemplando una pintura de Adán y Eva en el jardín del Edén. Uno de
los críticos era inglés, otro francés, y el tercero era mexicano. Dice el
inglés: ‘Por lo educados se ve que son ingleses; ella tiene una manzana y se la
ofrece al él’. Réplica el francés: ‘No hombre, son franceses; porque están
comiendo desnudos’. Y el mexicano fastidiado les responde: ‘Que ignorantes son
colegas, porque a leguas se nota que son mexicanos; están encuerados, apenas
tienen que comer y todavía creen que están en el paraíso’.”
El centro de Ciudad Juárez todavía está
abarrotado de gente que camina por sus calles muy fresca, como si no pasara
nada; comiendo, bebiendo y con la risa de oreja a oreja. Lo cual me hacer
pensar que es mejor callarme la boca y dejar de estar lamentándome, y empezar a
planear mis próximas vacaciones…
South of the border, down Mexico way,
That's where I fell
in love
When the stars
above came out to play.
Buena entrada, Rodolfo. Voy ampliando mi visión y mi vocabulario de México.
ReplyDeleteGracias por tu comentario, espero que hayas tenido un buen día del libro.
El mío fue estupendo, cinco horas oyendo leer poesías, leí medio relato de Carpentier y aprendí una palabra nueva: mecate.
Un saludo. 8)
Así es, Dinora. Mecate podría ser el equivalente a cuerda. De ahí viene la expresión "cada chango a su mecate", común en las películas mexicanas de los 40's y 50's, y en algún libro de Carlos Fuentes. Saludos.
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